sábado, 28 de marzo de 2009

Estragos educativos del porro



El profesor de filosofía Vicente Carrión hace una sensata reflexión sobre las consecuencias del consumo de cannabis en adolescentes en un articulo de EL CORREO :

Cojo un extracto :
"El placer de fumar un porro supone una inflación egoica que suscita calma, aparente lucidez, aceptación personal y sentimientos de omnipotencia. En edades adolescentes, ya de por sí máximas en egocentrismo, la idea que el porrero se hace de sí mismo es tan estupenda que le hace sospechar de la estupidez del sistema educativo y de todo lo que suene a esfuerzo, responsabilidad y ejercicio de la voluntad. Pasados sus efectos, queda la ansiedad, la desgana, el sentimiento de ser muy poca cosa, el desajuste entre las ideaciones y la capacidad para materializarlas, en fin, que los porros tensan extraordinariamente el abanico de estados interiores y por eso son proclives a desencadenar psicosis, trastornos bipolares, 'borderlines' y demás.
Pero sin llegar a la patología psíquica, algo siempre se quiebra entre el consumidor de porros y su entorno educativo y familiar. Hay un secreto que nadie sino él conoce: «no hay mejor momento en la vida que el de fumarse un porro», y hay que desarrollar toda una cadena de autojustificaciones, mentiras, ocultaciones, broncas y engaños para encontrar esos momentos de aparente encuentro con el bienestar 'auténtico'. El joven porrero necesita crear una nueva frontera hacia sus familiares y educadores porque ha puesto bajo sospecha los códigos educativos en los que se había criado. El natural proceso de rebeldía generacional en aras de su afirmación personal se distorsiona completamente por influjo del cannabis. Toda la lógica del esfuerzo, la autosuperación, la atención a las necesidades ajenas, el disfrute de las rutinas domésticas y de los placeres sencillos se viene abajo ante el arrebato explosivo del colocón. La comprensión 'auténtica' de sus colegas desbanca de pronto el laborioso influjo de padres y educadores porque le dicen a nuestro aprendiz de adicto lo que quiere oír: que no pasa nada, que los porros no enganchan, que los puede dejar cuando quiera.
Y no es verdad. Claro que el cánnabis no genera una adicción física tan intensa como otras drogas pero su influjo psicológico en el desarrollo adolescente puede ser muy intenso. Y no tanto por sus efectos más obvios en la memoria, en la concentración mental, en la somnolencia o en los altibajos emocionales, sino porque altera completamente la relación del joven con su propia fuerza de voluntad, auténtico motor de su realización futura, y también porque le confunde extraordinariamente en el ámbito afectivo: pasan a ser queridos quienes posibilitan sus amoríos con los porros y se convierten en enemigos todos los que rechazamos que pueda derivarse otro beneficio de sus juegos peligrosos que el de darse cuenta por sí mismo de qué peligroso era el juego del que ha escapado"

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